Amalia, de José Mármol, novela por entregas
Amalia es una de los relatos fundacionales de la nación argentina. Fue escrita durante dictadura y la caída del caudillo Juan Manuel Rosas, quien gobernó Buenos Aires entre 1828 y 1852. Su autor, José Mármol (1817-1871), empezó a publicar esta novela por entregas en el suplemento literario de La Semana, en 1851 y la editó en su totalidad en 1855, cuando había sido depuesto Rosas. Líder del partido de los federales, este defendía la autonomía de las provincias frente a la capital. El grupo contrario, los unitarios, defendían el centralismo, el liberalismo y el libre comercio.
Entre una serie de mujeres, Rosas es el varón que ocupa un territorio adueñándose de sus riquezas con la fuerza de la espada
y el látigo. Es el artífice del pacto federal, al que se adhieren las distintas
provincias, cual mujeres sometidas. La intención del caudillo es controlar el
puerto de Buenos Aires, por donde entran y salen las riquezas del país y frenar así la expansión de los unitarios fortaleciendo a las provincias. Pero Buenos Aires es más que el puerto por donde entran y salen mercancías, es el centro de
poder y de las intrigas de la potencias europeas que conspiran en uno y otro bando, según sus intereses. Los jóvenes unitarios, como diría Domingo Faustino
Sarmiento, se echaron en brazos de Francia creyendo así salvar la
civilización, que se concentraba en las ciudades, no en la Pampa ni en el desierto donde debían enfrentarse a los indígenas.
Tirano y dictador, para unos, defensor de la soberanía nacional,
para otros, Rosas gobernaría Buenos
Aires entre 1835 y 1840. Su mandato desencadenó guerras civiles e implicó
también la exploración del territorio argentino, y el enfrentamiento contra los
indígenas, en la tristemente célebre campaña del desierto, de la que no se hace referencia en esta novela. Darwin deja constancia en un desgarrador testimonio en su diario, de la
persecución y exterminio de los indígenas por parte de las autoridades. Será Esteban Echeverría, quien nos introduzca en aquellos parajes en su poema épico La cautiva, en el que María, una mujer blanca cae en manos de los indios, considerados salvajes y a los que ella se enfrenta valerosamente.
Amalia juega con los paralelismos entre las mujeres. Manuela Rosas, joven de la misma edad de Amalia, es de fina de facciones, bella e inteligente, pero de un tipo de belleza distinta, según advierte el narrador. Al parecer, despierta con mayor facilidad que Amalia los apetitos de los hombres, debido a “cierto secreto de voluptuosidad instintiva”. En cambio, Amalia dejaría en los hombres una “impresión puramente espiritual”. El relato insiste en este aspecto cuando los amantes disfrutan juntos sin dejar de invocar a Dios y expresar sus deseos amorosos. Fiel a los cánones del Romanticismo, un pensamiento trágico perturba su dicha, como ocurre en María, de Jorge Isaacs. Pero, en este caso, no es la enfermedad la que amenaza a los amantes, sino los enfrentamientos políticos.
Rosas se muestra rudo en el trato y en los hábitos. Habla de temas inapropiados con la hija, no respeta ninguna jerarquía y se dirige a sus subalternos con desprecio. Para él, su hija Manuela es una moneda de cambio en el juego del poder, dentro del cual la moral y el pudor no cuentan, solo exterminar al contrario y someter también a los adeptos.
José Mármol, que sufrió la cárcel durante la dictadura, en 1839, y se vio forzado, como sus personajes, a huir en 1840 a Montevideo, proyecta en esta novela sus sentimientos hacia el caudillo. Mármol se extiende en los hechos políticos y la intriga amorosa es el gancho propio del folletín para captar la atención del lector. El personaje Amalia aparece muy pocas veces en el relato y únicamente en relación con el incidente relacionado con Eduardo del que depende su intensidad dramática.
Relato canónico de este periodo de la la historia argentina es, como se sabe, Facundo, o civilización y barbarie de Domingo Faustino Sarmiento, publicado en 1845. Junto a Esteban Echeverría (1805-1851), Mármol introduce el Romanticismo en Argentina, bajo la forma de la denuncia. La barbarie y rudeza de la Mazorca, la policía a su servicio también se pone en evidencia en el relato El matadero, de Echeverría, escrito por la misma fecha pero publicado en 1871. La belleza, la civilización y el sentimiento religioso son atacados cuando los hombres de Rosas violan la casa de Amalia y dan muerte a los jóvenes protagonistas.
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