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Mostrando entradas de febrero, 2018

José Enrique García: historia y ficción en Una vez un hombre

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Cuando la historia de un país existe solo en documentos dispersos e incompletos, en vagas tradiciones que deben ser comparadas y evaluadas, el método narrativo es obligatorio.    Andrés Bello  La narrativa dominicana, desde sus orígenes, avanza con el proceso de formación de la nación, y coincide con el Romanticismo europeo. Enfrentada primero a Haití, amenazada por España, Francia e Inglaterra, y ocupada en 1916 por los Estados Unidos, la República Dominicana se había fundado en 1844. La turbulenta y apasionante historia del país se impone sobre sus narradores instaurando un género designado como Ficción Montonera, al decir del crítico Bruno Rosario Candelier, quien en el ensayo Ficción montonera. Las novelas de las revoluciones encuentra en Enriquillo (1882), de Manuel de Jesús Galván: “un fotograma socio-cultural y epocal de la sociedad fundada por los españoles en los albores del siglo XVI”. Tres son los vicios que, a juicio de Candelier, constituyen el caldo de cultivo de l

Esperanza d’Ors: belleza y verdad del arte

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¿En un mínimo espacio vital se puede respirar sin molestar a los demás? ¿Cuánto abarca ese mínimo espacio? Podríamos preguntárselo a los sobrevivientes clandestinos que viajan en contenedores. Muchos de ellos atraviesan océanos en busca de un refugio seguro. En su mayoría proceden de Latinoamérica o África Subsahariana donde huyen del hambre o la violencia y se aventuran hacia gélidos destinos, Suecia, Noruega o Canadá. Es una vieja historia que viene a recordarnos cuán poco hemos avanzado como especie. Arrancados de sus raíces, desde el siglo XVII hasta el XIX, los africanos fueron transportados a la fuerza hacia el Nuevo Mundo en los navíos negreros. Iban en pésimas condiciones de higiene y alimentación, tanto que muchos de ellos morían en la travesía. Lo cierto es que hasta entonces no se había visto una miseria igual, allí donde se hacinaban hasta 400 cautivos separados por sexo y edad. Los hombres permanecían desnudos y trabados para evitar que escaparan o se suicidaran durante