Entradas

Mostrando entradas de 2014

Elizabeth Mirabal, La isla de las mujeres tristes

Imagen
Celebro efusivamente este Primer Premio Iberoamericano de Novela Verbum 2014 concedido a Elizabeth Mirabal, un reconocimiento estimulante para quienes escribimos, y para quienes leemos, pues nos ha descubierto a una narradora joven a quien se le abre un fulgurante comienzo, con una novela en la que se arriesga en su búsqueda formal sin pretender deslumbrarnos con experimentalismos ni efectos “especiales”. Su lenguaje es fluido, sencillo, pero singular, yo diría que muy personal. La isla de las mujeres tristes nos instala en una época, particularmente evocadora para el mundo hispánico: finales del siglo XIX y principios del XX. Cautiva por varias razones, en primer lugar, por los temas que aborda: el amor, la historia de Cuba, las relaciones familiares, la representación de la nación desde distintos modelos y propuestas, el arte y la literatura; en segundo lugar, por su atmósfera: el ambiente de una familia aristocrática y culta en la Habana, en una época plena de decadentismo, simb

Jorge Urrutia, entre la experimentación y el simbolismo

Imagen
El panorama generalmente aceptado de la poesía española actual parece dejar de lado aquello que no responda a una poética de la sentimentalidad cotidiana y olvida lo que ha sido una importante búsqueda lingüística, que cuestiona la poesía española desde los sesenta. La descalificación con la posmodernidad de las urgencias políticas, en general, fijó un canon que ignoró la nueva vanguardia marcada por los posestructuralismos, que supo recuperar el concepto de poesía representada en la Generación del Cincuenta por José Ángel Valente: un compromiso ideológico que se plasma en una postura ética de ruptura estética y una nueva mirada sobre la tradición, con poetas de la dimensión de José Miguel Ullán, Jenaro Talens, Jorge Urrutia, Aníbal Núñez, Clara Janés, Antonio Carvajal y Olvido García Valdés, entre otros. Jorge Urrutia* publicó en 1968 La fuente como un pájaro escondido, un libro considerado experimental por Francisco Umbral, quien en el momento de su aparición señaló, eso sí, la “prov

Ecuador cuenta

Imagen
Ecuador cuenta , antología. Selección de Julio Ortega, Centro de Arte Moderno, Madrid, 2014 Esta selección de cuentos ecuatorianos, a cargo del profesor Julio Ortega, es impecable no solo por la calidad de los trabajos seleccionados, sino por su equilibrio. Me parece notable el número de escritoras seleccionadas, lo que no es muy corriente en este tipo de selecciones, pues entre las treinta y ocho piezas once corresponden a autoras de distintas generaciones. La antología comienza con «Matrioskas», de Marcela Ribadeneira (1982), quien a partir de la metáfora de la muñeca rusa aborda el tema de la identidad no desde el punto de vista cultural sino psicológico pero, a la vez, vincula el tema al proceso de escritura y al género, el cuento. Buscar la identidad implica ir desprendiéndose del maquillaje, de la piel y de las distintas capas que cubren al ser, hasta llegar a la nada, una nada esencial que es el principio y fin de la existencia también. Pienso inevitablemente en Roa Bastos

Ciencia ficción en el espacio hispánico

En El desmemoriado, Fabio Martínez (Cali, Colombia, 1955) incursiona de nuevo en la literatura de ciencia ficción y lo hace con el humor que lo caracteriza desde Pablo Baal y los hombres invisibles que publicó en 2003. Es curiosa la trayectoria de este escritor polifacético que se mueve con soltura entre la novela histórica con títulos como La búsqueda del paraíso, biografía novelada sobre Jorge Isaacs, autor de la más bella novela del Romanticismo hispanoamericano, María. Asimismo es autor de Balboa, el polizón del Pacífico, relato sobre el descubridor del océano Pacífico. Es como si su escritura necesitara desplazarse desde el tiempo histórico hasta el imaginario futuro, como una forma de perderse en la búsqueda de sentido y en la necesidad de entender el presente. Pero Fabio Martínez, el autor, no está perdido en el tiempo, todo lo contrario, anclado en el presente, ejerce la cátedra como profesor de literatura de la Universidad del Valle, a la vez que dirige su sede del Pacífic

Darío Ruiz Gómez, Las sombras

Imagen
Darío Ruiz Gómez, Las sombras . Medellín, Sílaba, 2014, 243 págs. La sombras es la más reciente novela del escritor colombiano Darío Ruiz Gómez (1936) cuyo mundo narrativo ha estado a caballo entre Colombia y España, país a donde llegó en 1958 y donde permaneció cerca de diez años. Si bien las ficciones de este autor, tanto relatos como novelas, se instalaban por lo general en la ciudad de Medellín, desde aquellos primeros cuentos que son parte del canon de la literatura colombiana, como Para decirle adiós a mamá , Las sombras nos llevan por dos ciudades: Medellín y Madrid, aunque en última instancia el espacio es solo el punto de apoyo de un sistema emocional en el que nos adentramos a partir de instantáneas que resumen momentos cruciales de la existencia. Aquí se manejan en tres capítulos tiempos y espacios distintos pero vinculados por redes secretas de poder e influencia: el primero, «En caso de que el invierno continúe» transcurre en el gélido y gris Madrid de la posguerra q

Pájaros debajo de la piel y cerveza, Araceli Otamendi

Araceli Otamendi (Quilmes, Buenos Aires), directora de la revista digital Archivos Sur , obtuvo con esta novela el Premio Edenor a Escritores Noveles de la Fundación El Libro, en el marco de la XX Exposición Feria Internacional de Buenos Aires en 1994. Se trata de un original, ameno y mordaz relato policíaco que en ningún momento cae en la banalidad en la que suele incurrir un género que confía demasiado en el manejo de la intriga. Se abusa, creo, de elementos como el crimen y sus circunstancias, de la corrupción de los poderes, las arbitrariedades de la justicia o las trampas de la belleza femenina. A menudo encontramos personajes estereotipados, como el detective solitario que se da a la bebida y padece problemas gástricos a los que se achaca su mal carácter. En otros relatos estamos ante situaciones tópicas que pretenden divertir, malentendidos o disparates que distraen la atención del lector mientras sigue la pista del asesino. La finalidad del relato policíaco no es otra que div

La piel del miedo, de Javier Vásconez

Javier Vásconez es sin duda uno de los más destacados narradores ecuatorianos, aunque no sé si deba relacionar el patronímico con la obra, ya que tras su escritura está la férrea y constante vocación de un autor de aspiraciones universales, que elude lo local y lo histórico y que prefiere introducirnos en los laberintos del alma humana, como ocurre con esta novela tan bien acogida por la crítica más exigente. Un ejemplo puede ser Ignacio Echavarría quien así la define: «Todos los elementos que caracterizan la narrativa de Javier Vásconez comparecen en estado de gracia en esta novela escrita con la penetrante plasticidad de una prosa parsimoniosa y envolvente», opinión que comparto, pues mi experiencia de su lectura ha sido tan grata como sorprendente. Confieso mi debilidad por las novelas de formación que exploran una etapa de la vida en la que el ser humano redescubre el mundo, ya no con los ojos encantados del niño sino con una curiosidad morbosa que lo lleva a los abismos por el qu

Victoria Ocampo y la belle époque

Victoria Ocampo fue una de una las figuras más influyentes de la cultura Argentina del siglo XX. Rabiosamente cosmopolita, no solo dominaba el inglés y el francés, lenguas en la que aprendió las primeras letras, sino que además se mantuvo en la vanguardia, respecto a modas artísticas y literarias europeas, así como a los adelantos científicos y tecnológicos, gracias a los frecuentes viajes trasatlánticos que realizaba con su familia. Bautizada como Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo nació en Buenos Aires en 1890 y murió en 1979. Era hija del ingeniero Manuel S. Ocampo y de Ramona Aguirre, quienes pertenecían desde la época de la independencia al llamado «poder culto», liberal y conservador que se afanaba por seguir los cánones ingleses y franceses. Entre la civilización y la barbarie, el viaje a Europa era una necesidad imperiosa para estas familias, que llegaban a París con las vacas, los aparejos y la servidumbre para permanecer por periodos de hasta dos años. Su prosperidad lla