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Mostrando entradas de enero, 2012

Irène Némirovsky y la cultura judía

Primero fue El baile , apasionante y descarnado relato sobre las complejas y difíciles relaciones entre madre e hija, condenadas a mirarse, una en el espejo de la otra, a ser rivales. Después la extraordinaria Suite francesa que me reveló una exquisita y depurada prosa en la que se percibe la influencia de la gran literatura rusa, pero también de la tradición francesa. Luego, David Golder , feroz crítica a las debilidades de la cultura a la que se pertenece. El caso es que el talento de Irène Némirovsky es un regalo. Por un lado, está su excepcional inteligencia y su amplio horizonte intelectual. Por otro lado, su gran capacidad de penetración e implacable mirada, fiel solo a la profunda verdad que le revelan los hechos, los gestos, las acciones de los personajes, sus contradicciones, su alma desnuda. De ascendencia judía, nacida en Kiev en 1903 y sacrificada en el campo de concentración de Auschwitz en 1942,Irène se traslada a París con su familia en 1919, huyendo de la revolución bo