Boom, boom, boom, un asunto masculino…

Perdonen que me meta donde no me llaman (jamás, porque no me llaman), pero es que no puedo evitar salir del silencio (de la escritura) para expresar, desde este nicho, mi opinión sobre un “cartel” que me llama poderosamente la atención. Se trata de un programa muy atractivo de tres jornadas en las que se aborda el tema: la literatura latinoamericana del "boom". En la foto de familia del artículo de El País (07/11/2012), que tomo como referencia, aparecen los grandes, felices y exultantes en los setenta, Donoso, Vargas Llosa y García Márquez. La noticia refiere el encuentro organizado por la Cátedra Mario Vargas Llosa de la Universidad de Murcia, que se lleva a cabo en Casa América, en Madrid, donde escritores y periodistas debaten sobre el “boom” en su 50 aniversario. El titular formula una pregunta “¿Por qué hay que matar el “boom”? Hasta ahí todo me parece pertinente y necesario, al margen de las opiniones y pronósticos que ha suscitado este debate. Lo verdaderamente curioso es que los intervinientes, tanto como quienes son objeto de estudio, sean única y exclusivamente hombres. ¿Acaso la literatura latinoamericana ha sido y sigue siendo un asunto predominantemente masculino? Si nos ceñimos al “cartel”, entendemos que sí…pero, ¿y quienes se ocupan del asunto, los críticos, las críticas (rara función del término en el que sujeto y objeto forman una entidad)… Pues parece que también, porque opinar sobre la literatura, según este “cartel”, es un asunto masculino. No hay una sola mujer que merezca la atención crítica, ni una sola periodista, “crítica literaria”, docente o investigadora con opiniones que merezcan ser tenidas en cuenta en estas lides, y no por venir de mujer, sino por agudas o acertadas.
Probablemente la responsabilidad de la invisibilidad de las mujeres en la vida cultural no descansa ni en los organizadores del encuentro, ni mucho menos en sus protagonistas, sino en las propias mujeres (¿menos listas?, ¿con menos talento?, ¿menos hábiles para tomarse los espacios públicos?, ¿muy tímidas e inseguras respecto a los señores?). Sin duda la mayoría de las mujeres que escribimos seguimos haciéndolo en las sombras. ¿Aún permanecemos en la difícilmente conquistada habitación propia, esperando que uno de estos señores nos invite a sentarnos a su lado?, como en el pasado, en los bailes organizados por las familias y los colegios, donde las niñas esperaban a que las sacaran a bailar. Si no aparecía ese príncipe generoso, o nadie miraba a la niña, se decía que había comido pavo. Esa era una gran humillación para una jovencita. Seguramente seguimos esperando a que los señores nos tengan en cuenta, y no salimos para no comer pavo, cuando ellos tratan asuntos tan sesudos, como este "boom" que se vive con la nostalgia del éxito de la literatura con mayúsculas, que no saben si matar, arrinconar o plagiar.
Lo que todos saben y se soslaya es que el "boom", que en efecto, fue predominantemente masculino (no vamos a cambiar la historia impresa), no hubiera sido posible de no ser por una mujer. Ah, paradoja de las paradojas. Se dice, para consolarnos, que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, pero en el caso del boom la sonada sentencia subraya aún más el contraste, pues detrás de estos “cuarenta escritores embarazados” que dice Vargas Llosa, estaba la señora Carmen Balcells aupándolos, arrullándolos, consolándolos, traduciéndolos, consagrándolos y, tal vez, “nobelándolos”. Ella no los embarazó, pero sí amamantó a sus criaturas y las engordó tanto que muchos todavía viven de ellas. Ya se nos van a morir estos octogenarios exitosos y aún no se vislumbra el relevo, que se esperaría fuese de ruptura y superación de ese estallido llamado "boom", como un disparo, mediante otro alumbramiento fantástico, como el ocurrido en ese laboratorio o clínica de nuevos narradores que fue la Barcelona de los setenta. Carlos Fuentes, antes de morir, solo le dio derecho a existir a una “quintilla de mexicanas”, amigas suyas, probablemente, pero más a la brasileña Nélida Piñón, que no podía hacerle ninguna sombra desde su ámbito lingüístico.
Si la visibilidad de las mujeres dependiera de los organizadores de encuentros, como el que menciono, lo hubieran tenido claro, y lo llevan claro, las que menciono, unas ya fallecidas, claro, Marta Brunet, Teresa de la Parra, María Luisa Bombal, Clarice Lispector, Inés Arredondo, Elena Garro, Rosario Castellanos, Cristina Rivera Gaza, Luisa Valenzuela, Reina Roffé, Vlady Kociancich, Claudia Piñeiro, Lina María Pérez, Marvel Moreno, Albalucía Ángel, Alicia Yáñez Cossío, Marcela Vintimilla, Liliana Miraglia, por mencionarlas al azar, entre distintos países. En todo caso, los interesados podrían recurrir a los catálogos editoriales o a las redes para encontrarlas, si quisieran. En cuanto a la crítica, ahí están Ana Pizarro, Margo Glantz, Beatriz Sarlo, Nora Catelli, Ana Caballé, o Rosa Montero, que podrían decir mucho sobre el tema, aunque no me atrevo a asegurar si sobre las escritoras, que no hacen parte de estos "carteles" ni interactúan con los grupos de poder que, básicamente, funcionan con estos parámetros: yo te invito, tú me invitas, nosotros nos invitamos, ¿y ellas? No existen, luego ellas no están invitadas. Así se conjuga la historia de la literatura latinoamericana.
A propósito, en la foto emblemática de El País hay tres mujeres, son las esposas de ellos, por eso están detrás, de ellos....
P/D: En respuesta he recibido dos amables mensajes en los que se recoge la programación con dos presencias femeninas, es verdad, pero eso no cambia mi opinión sobre el fenómeno que trato. Y otra en la que MVLL reconoce el papel de Carmen Balcells. También es verdad, pero aún así y con la perspectiva del tiempo me resulta llamativa esta paradoja (cuestionable, por cierto) que confirma la sentencia: "Detrás de cada hombre hay una gran mujer", pero: "Detras de cuarenta hombres hay una gran mujer..." es una imagen propia del realismo mágico...y sin embargo, resume la vida misma...ya lo dice la crítica: "el realismo mágico es realidad intensificada"....

Comentarios

  1. Tus sólidas palabras ponen en evidencia esa verdad sobre la invisibilidad de la literatura escrita por mujeres. Y tu nombre que ha aportado tanto coraje y disciplina, está, sin duda, en la lista de mujeres que representan hoy la vitalidad de la literatura latinoamericana. Lina María Pérez

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    1. La verdad es que de esta invisibilidad, acaso, somos responsables las mujeres. ¿Tendríamos que formularnos una pregunta a ese respecto? Emily Dickinson cerraba sus cuadernos muy bien atados. Para ella la escritura era un secreto o un mensaje para los lectors del futuro, de ningún modo para los de su tiempo...

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  2. Gracias Consuelo, por tu reflexión.

    Con tu permiso me gustaría compartirla en facebook.


    Fernando

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  3. A nosotros nos parecen muy valiosas, orientadoras y controversiales tus reflexiones. Sin duda, dan "cuenta de un estado de cosas". Nos pareció muy oportuno y pertinente difundirlas y tratar de motivar diálogos, uno de los principales NTC .... objetivos. Ojalá se den. Pensamos hacer una publicación específica con tu texto y difundirlo principalmente entre un buen número de nuestras suscriptoras. Bueno y necesario escuchar sus voces. Por lo pronto, registramos el texto, mediante link, en http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_11_08_archive.html ,"El canon del Boom" . Congreso literario en Casa América. 6 al 10 de noviembre de 2012. Si bien "La verdad es que de esta invisibilidad, acaso, somos responsables las mujeres", innumerables y agobiantes fueron, ¿y siguen siendo?, los factores extra mujeres.

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